Atraer a las mujeres a la Ingeniería, o ¿acercar la Ingeniería a las mujeres?

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Soy Ingeniera y Doctora en Informática, una de las Ingenierías con menor porcentaje de mujeres. Y es que estudiar informática, en la primera promoción de una escuela de ingeniería en la Universidad de Valladolid, allá por los años 80, era todo un reto para una chica. Creo recordar que, en una clase de más de 100 personas, apenas éramos 7 u 8 mujeres. No recuerdo las cifras exactas, pero no puedo olvidar la imagen de una escuela donde lo “normal” era ser hombre.

Más de 30 años después las cosas no parecen haber cambiado mucho, a pesar de los múltiples intentos sociales por atraer a las mujeres a las profesiones STEM (de las siglas en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). No sólo es una cuestión de igualdad de oportunidades, sino también es optimización del talento. Nuestra sociedad no puede verse privada en estas áreas tan importantes de casi el 50% del talento global.

Durante años, he asistido a charlas, mesas redondas y he leído artículos donde reiteradamente se escuchan, a modo de mantra, las mismas recetas para terminar con este problema: hay que atraer a las mujeres a las carreras STEM, las niñas deben saber que ellas pueden, hay que empoderarlas pues no son menos válidas que los hombres, hacen falta modelos de mujeres en estas profesiones, etc. Pero las cifras parecen indicar que estas recetas no sirven sino para paliar los síntomas de lo que podríamos denominar “Woman non STEM”.

Personalmente, tengo que decir que ¡me aburren estos mantras!  A mis más de 50 años, me puedo permitir decir lo que pienso y lo que siento cada vez que veo un nuevo acto, una nueva iniciativa para acercarnos a las mujeres a las profesiones STEM. Me cansan, me aburren estas recetas por simples, obsoletas, demagógicas e ineficientes.

Deméter, el posadero de Eleusis ciudad de la antigua Grecia, fue apodado Procusto, “el estirador”, por sus peculiares métodos de adaptar su posada a los viajeros que en ella paraban. Cuenta la mitología que cuando un cliente llegaba a su establecimiento le acostaba en una cama de hierro y adaptaba cada cliente a la cama. Así, serraba los pies a los más altos, o estiraba al cliente si éste era más pequeño que la cama. Permítanme usar el mito del Lecho de Procusto como metáfora de lo que, en mi opinión, ocurre con las mujeres y STEM. No hay duda de que hombres y mujeres debemos tener los mismos derechos y las mismas posibilidades. Pero no tenemos por qué compartir gustos, motivaciones o destrezas. Hay diferencias entre ambos sexos, diferencias que no hacen sino enriquecer y aportar. Soy mujer e ingeniera; y quiero ser ingeniera sin renunciar a mi modo de ver y entender el mundo y la ingeniería.

La tecnología y la Ingeniería han sido históricamente profesiones de hombres y las carreras universitarias fueron diseñadas por y para hombres en un mundo, permítanme con todo el respeto a aquellos profesionales, de hombres. La imagen que yo tengo de mis clases en los años 80 coincide con las fotografías que cualquiera de ustedes puede buscar en Google para comprobar que lo digo es la realidad que vivimos las mujeres pioneras en aquellos años 80. Los profesores, los directores de carrera, los catedráticos… eran LOS, siempre LOS. Por otra parte, las mujeres, en un ejercicio de libertad, siempre hemos estado inclinadas a estudiar carreras con un corte más social y humanista. Ni bueno, ni malo, simplemente distintos.

Y ahora, en la era de la revolución de la igualdad, se nos anima a acercarnos a profesiones STEM y, al estilo de Procusto, a moldearnos a imagen y semejanza de estos hombres IngenierOs, para ejercer una ingeniería con corte masculino.

¿Y si en lugar de adaptarnos las mujeres adaptamos las ingenierías? ¿Y si potenciamos esa parte humana y social que a las mujeres parece atraernos especialmente según indican todas las cifras de matrículas en carreras universitarias? A fin de cuentas, ciencia e Ingeniería no tienen razón de ser sino están al servicio de las personas.

En este sentido hay cada vez más propuestas de extender STEM con, psicología, sociología, etc. Y se acuñan siglas entre las que quizá la más conocida es STEAM (STEM +Arts). En todo el mundo empiezan a surgir grados multidisciplinares que combinan STEM con otras disciplinas. Y es que en la época de la industria 4.0, la formación y las profesiones no pueden seguir los mismos parámetros que en la época de la revolución industrial; tienen que evolucionar. Steve Jobs, no sospechoso de anti-tecnólogo, hablaba ya de la importancia de unir las humanidades con la tecnología, y esto fue seguramente una de las claves de su éxito.

Y mientras, la sociedad sigue insistiendo en la formación STEM y cada vez desde etapas más tempranas. Se refuerzan las matemáticas en los colegios en contraposición a la música, las artes o el deporte. Es como si la teoría de las inteligencias múltiples no llegara a las instituciones que definen los planes de estudio y los currículos. Los juguetes son mejores si llevan la palabra STEM y los padres nos enorgullecemos de que nuestros niños hagan robótica o programación. Está muy bien; sin duda está muy bien. Pero entrenamos el cerebro izquierdo en detrimento del derecho. Es como si un atleta entrenara sólo una parte de su cuerpo. Los científicos, los ingenieros, necesitamos todo nuestro potencial y la sinergia de los dos hemisferios trabajando en conjunto.  Este giro social y humanístico de las profesiones STEM tiene, por tanto, una doble ventaja en relación con la captación de talento. No solo estoy segura de que atraerán más talento femenino, sino que también permite entrenar todas nuestras capacidades.

En España hay un proyecto pionero de Ingeniería 4.0, la Ingeniería de Servicios, implantada únicamente por la Universidad Rey Juan Carlos, en colaboración con IBM, Meliá y Eulen. Esta Ingeniería combina conocimientos STEM con conocimientos de humanidades y negocio. La Ingeniería de Servicios cuenta con un porcentaje de mujeres cercano al 40%.

Si comparamos con las cifras de mujeres matriculadas en la Ingeniería más afín (Informática) en la misma Universidad Rey Juan Carlos, el número de mujeres es de más del doble en cualquiera de los tres grados de Informática.

Sería necesario un análisis riguroso de los motivos de esta diferencia, aunque intuitivamente, y como “madre” de este grado, al que estoy viendo crecer, no me cabe duda de que tiene mucho que ver con el enfoque de estos estudios. Si las Ingenierías tradicionales han sido diseñadas por hombres, en un mundo dirigido por hombres, la Ingeniería de Servicios nace en un momento de la historia en las que las mujeres jugamos un papel activo. Es un grado diseñado con una intervención importante de mujeres. El grupo de trabajo, que tuve el honor de dirigir, lo formábamos mayoritariamente mujeres.

Dejemos los viejos mantras, dejemos de poner parches. Mi propuesta, a diferencia de lo que se viene haciendo al estilo del Lecho de Procusto, es adaptar las STEM a una sociedad 4.0 (digital, inteligente y de servicios). Diseñar carreras STEM, que además de la mirada del hombre tengan en cuenta, también y no en lugar de, la mirada de la mujer; que integren nuestro particular modo de ser, de sentir y de estar en el mundo.

Con ello, potenciaremos el talento masculino, sumaremos el talento femenino y conseguiremos la verdadera igualdad de oportunidades, pues podremos ser Ingenieras y Mujeres con plenitud y todo lo que ello significa.

 

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